Haz click aquí para acceder al catálogo de actividades de turismo activo que puedes realizar en la zona
Haz click aquí para acceder a la sección de FOTOS
Nuestra Masia esta registrada por La conselleria de Turismo de Castellón como Alojamiento Turistico Rural con número de inscripción ARCS-695. Haz click en la imagen para acceder al documento.
Oficina Tourist Info l’Alcora
C/ Borja, s/n.
12110 – l’Alcora – Castelló
964-033099
turisme@alcora.org
lalcora@touristinfo.net
Museo de la ceramica de Alcora:Teixidors 5, Alcora
964 362368
Horario: 10:00 -14:00, 17:00-19:00
Pagina web Museo de la ceramica.
Farmacias mas cercanas:
Farmacia Ricardo Ripollés PausGuía turistica del ayuntamiento de L´Alcora edición 2014:
[singlepic id=141 w= h= float=none]
Descargar Guia turistica de L´Alcora 2014 en pdf
Plano de senderos en Alcora:
[singlepic id=107 w=320 h=240 float=]
Descargar plano de senderos en pdf
Folleto de las fiestas tradicionales de Alcora
[singlepic id=105 w=320 h=240 float=]
Descarga el folleto de las fiestas tradicionales de L´Alcora en PDF
La Información de esta sección ha sido extraida de la pagina web del ayuntamiento de L´Alcora y la pueden encontrar en www.lalcora.es
L´ALCORA: SU HISTORIA.
El término municipal de l’Alcora contiene numerosos testimonios del paso de las civilizaciones pretéritas por nuestras tierras, pero es a partir de la Cultura Ibérica cuando l’Alcora presenta una relativa abundancia de yacimientos, destacando de entre ellos los poblados de Montmirà y el Tossal de les Foies.
La dominación romana dejó también su huella en nuestro término municipal, en las partidas de Montmirà, la Perereta y, sobre todo, Santa, donde existen vestigios de un gran asentamiento rural de época imperial, junto al Camí dels Bandejats, que unía la zona prelitoral con las tierras altas del interior, y cuyo origen pre-romano parece más que probado. El asentamiento romano de Santa está siendo excavado y se han recuperando las termas romanas únicas en la provincia de Castellón
En la partida de Santa también han sido halladas varias lápidas sepulcrales con epígrafe latino, hasta un total de 8, algunas de ellas ya citadas por el príncipe Pío de Saboya en el siglo XVIII.
Los vestigios de la presencia musulmana en el término municipal de l’Alcora son relativamente abundantes, destacando por su singularidad e importancia el castillo de l’Alcalatén, que da nombre a la comarca. Igualmente musulmán es el origen del topónimo y del núcleo de población de l’Alcora, en cuyo centro histórico se conservan algunos elementos urbanísticos y arquitectónicos de innegable raíz islámica.
El 24 de julio de 1233 la fortaleza y territorios de l’Alcalatén son tomados por las huestes de Ximén d’Urrea. En los años siguientes se erige a los pies del castillo una ermita de estilo de transición románico-gótico, típico de la reconquista, bajo advocación del Salvador.
El 31 de diciembre de 1305 se otorga Carta Puebla a l’Alcora. Por ella, D. Juan Ximénez d’Urrea, quinto descendiente directo de Ximén d’Urrea, da a poblar la “puebla de Alcora de Alcalatén”, según fuero y costumbre de Aragón, a 11 caballeros y miembros de la nobleza con la condición de traer 110 pobladores más, y reservando parte de las tierras para los moros que quisieran permanecer en la villa. A partir de la concesión de la Carta de Población, l’Alcora va creciendo en tamaño y población en detrimento de la Villa del Castillo de l’Alcalatén.
El 31 de diciembre de 1336 Juan Ximénez d’Urrea concede mandas para el sostén y construcción de la iglesia de l’Alcora. De esta época conserva la iglesia parroquial algunos elementos góticos, enmascarados por las sucesivas remodelaciones y ampliaciones de que ha sido objeto.
Fecha de especial significación histórica para la comarca de l’Alcalatén es 1418. Según Concordia firmada por los municipios de Llucena y l’Alcora, se acuerda entre ambos el reparto de las tierras del poblado de l’Alcalatén, situado a los pies del castillo homónimo, que había entrado en una profunda crisis poblacional durante el siglo XIV. El documento se conserva en el archivo histórico de Llucena.
Entre los restos arquitectónicos adscribibles a estos siglos cabe destacar dos arcos apuntados localizados en la plaza del Patio, junto al trazado de la muralla medieval de l’Alcora, de la que quedan vestigios en numerosos puntos del casco antiguo de la ciudad. También merece mención el antiguo Ayuntamiento, hoy rehabilitado como Casa de la Música, que guarda en su sótano cuatro arcos góticos apuntados, un arco rebajado renacentista y un pequeño lienzo de tapial.
El siglo XVI está marcado por la figura del venerable cura Bertrán, nacido en Atzeneta del Maestrat en 1530, nombrado cura párroco de l’Alcora en 1575, fallecido en nuestra ciudad en 1601 e impulsor de la primera ampliación del antiguo templo parroquial gótico, dándole el carácter renacentista que predomina en la actualidad.
Dejando al margen, por su particular significado en la historia de l’Alcora, el nacimiento, desarrollo, declive y cierre de la Real Fábrica de Loza y Porcelana del Conde de Aranda, que será tratada en capítulo aparte, el siglo XVIII conlleva el origen de dos tradiciones fuertemente arraigadas en l’Alcora, exponente máximo de la religiosidad tradicional y, en la actualidad, de los ciclos festivos de primavera (Semana Santa-Pascua) y verano (Fiestas del Cristo). En 1701 está documentada la primera procesión del Cristo, a raíz del hallazgo milagroso de su talla en una casa de la “Costera de l’Advocat”. Por otra parte, en 1756 se concreta el origen de la romería del “Rotllo” que desde entonces se celebra el lunes de Pascua.
El siglo XIX se inicia en l’Alcora con un alzamiento popular, el 25 de septiembre de 1801, conocido como “Revolta dels Caragols” por ser convocadas las reuniones de los subversivos a toque de caracola. La causa de la revuelta fue la negativa del campesinado a pagar el diezmo de algarrobas al Duque de Híjar, no reconociendo como señor de la villa más que al rey. Su cabecilla fue Francisco Gascó, labrador acomodado, que actuó junto a “otros más pudientes y de mayor representación en el concepto del público”.
Las Guerras Carlistas tendrán en l’Alcora episodios destacados, como el acaecido el 21 de marzo de 1838 en Sant Cristóbal entre las tropas del general isabelino Borso di Carminati y del rebelde carlista Cabrera, el Tigre del Maestrazgo, que mantuvo la posición contando tan solo con una pieza de artillería. En 1874 y 1875, durante la Tercera Guerra Carlista, la montaña de San Cristóbal también será escenario de notables hechos de armas.
L’Alcora es fundamentalmente agrícola hasta 1960, y casi exclusivamente industrial a partir de esta fecha. Por ello los principales hechos de la primera mitad del siglo giran en torno al sector primario: creación de la Comunidad de Regantes de la Huerta Mayor y el Sindicato de Riegos (1905), construcción de un nuevo pozo para riegos en el azud del río (1907), fundación de la Caja Rural y el Sindicato Agrícola de San José (1925), canalización del agua de la font d’Aixart a la población (1927), inauguración del pantano de l’Alcora (1954), con capacidad para 2’2 hm3.
El desarrollo industrial, centrado en las tantas veces mencionado “monocultivo del azulejo”, tiene su origen histórico en la Real Fábrica de Loza y Porcelana del Conde de Aranda, fundada en 1727. Pero será en el primer tercio del siglo XX cuando comience el desarrollo del azulejo con carácter puramente industrial. En 1930, l’Alcora contaba con 9 fábricas de azulejos. La Gran Crisis de 1931 actuará de forma implacable sobre el sector cerámico: en 1936 sólo quedaban 3 de las 9 fábricas inventariadas pocos años atrás.
Tras la Guerra Civil se reanuda lentamente la actividad fabril, y sólo a partir de los años 60 se producirá la verdadera eclosión industrial y a su vez demográfica, pasando l’Alcora de 5.274 habitantes en 1960 a 7.036 en 1970, y sobrepasándose por primera vez la barrera de los 10.000 habitantes en 2003 (10.040 habitantes).
Cerámica
La industria azulejera es la principal actividad productiva de l’Alcora y uno de los motores de la economía provincial.
La pujanza del sector cerámico tiene, entre otras muchas claves, una tradición histórica de casi tres siglos marcados por la calidad, la creatividad y la innovación tecnológica.
En efecto, el origen remoto de la industria cerámica castellonense cabe buscarlo en la Real Fábrica de Loza y Porcelana del Conde de Aranda, fundada en I’Alcora por el noble aragonés, considerada por muchos como una manufactura adelantada a su tiempo por sus sistemas de producción y comercialización.
La Real Fábrica de l’Alcora inicia su producción el 1 de mayo de 1727 bajo la dirección de maestros franceses contratados expresamente por el Conde de Aranda.
Los primeros estilos ornamentales serán de clara influencia gala, resultando difícil distinguir algunas piezas alcorinas de otras de Moustiers.
Pertenecen a estos primeros años modelos decorativos como el Bérain, caracterizado por el predominio del azul y la decoración de las alas y los bordes de las piezas con finísimas puntillas; el Olerys, que toma su nombre del primer director de la manufactura, definido por ramos y guirnaldas de pequeñas flores y hojarasca; y el Chinesco o Grotesco, en el que se representan personajes extravagantes y animales quiméricos entre motivos vegetales de procedencia oriental.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII se asiste a una gran proliferación de estilos ornamentales y un no menos notable incremento del repertorio formal. La producción abandona también el estricto gusto francés para adquirir personalidad propia. Este cambio se debe a dos factores: por una parte, la llegada a los cargos de dirección técnica y artística de la Real Fábrica de maestros autóctonos, surgidos de la Academia de Aprendices, en funcionamiento desde el momento mismo de la creación de la manufactura; y en segundo lugar, a la firme voluntad del nuevo propietario, D. Pedro Pablo, X Conde de Aranda, destacado político, militar y diplomático que impulsará la factoría fundada por su padre y se dedicará con denuedo a la fabricación de porcelana, verdadera obsesión de la aristocracia europea, sin llegar a alcanzar su propósito.
Entre los géneros ornamentales de este período cabe mencionar la Rocalla, caracterizada por la asimetría, las curvas y contracurvas y motivos derivados del caracol marino; el estilo Álvaro, ideado por el artista local Vicente Álvaro Ferrando, que añade a la rocalla elementos arquitectónicos y un sol radiante; las series populares (Ramito y Cacharrero), inmortalizadas por Goya en su lienzo “El Cacharrero” (del cual toma su nombre uno de estos estilos), destinadas a su comercialización en mercados ambulantes; la Fauna de l’Alcora, consistente en soperas, salseras, pisapapeles, vinagreras, etc., con forma de carnero, galgo, lagarto, león, perdiz, paloma… , y una larga lista de decoraciones, usos y formas. Durante el siglo XIX se observa una progresiva decadencia de la manufactura condal. Todavía durante en las primeras décadas surgen nuevos estilos caracterizados por la sencillez decorativa y la simplicidad de líneas, dentro del gusto neoclásico imperante. Pero la producción en poco o nada recuerda a la exquisitez alcanzada durante la centuria precedente. Podemos señalar, hacia el cambio del siglo XVIII al XIX, los estilos denominados Flores Alemanas, con perfilado encamado y un ramillete naturalista del cual sobresale una rosa, el Reflejo Dorado, de larga pervivencia durante el diecinueve, o la estampación calcográfica, innovación decorativa aportada por operarios huidos de la Real Fábrica del Buen Retiro de Madrid durante la Guerra de la Independencia.
La Real Fábrica se mantuvo en activo hasta poco antes de la Guerra Civil de 1936-39. Su pervivencia hasta entonces y el surgimiento de pequeñas fábricas tras el conflicto bélico posibilitaron el nacimiento de una nueva generación de ceramistas que han sabido mantener y transmitir hasta nuestros días las singularidades de la cerámica de l’Alcora. En la actualidad, la empresa La Muy Noble y Artística Cerámica de Alcora, S.A. (fundada en 1976 por José Cotanda Aguilella) y numerosos ceramistas particulares mantienen viva la fidelidad a una tradición que se remonta casi tres siglos. Mención aparte merece la azulejería de la Real Fábrica, espléndidamente representada en el Museo de Cerámica por la “Alegoría de la Fama”, pavimento de 4 m2 datado hacia 1790-1800 y que representa la figura alegórica de la Fama sentada sobre el globo celeste y acompañada por tres putti o amorcillos que sostienen una guirnalda de flores y cintas. Esta excepcional solería nos indica la elevada calidad estética y los profundos conocimientos tecnológicos que alcanzó la Real Fábrica a finales del siglo XVIII. Desde su instalación en el Museo en 1998 se ha convertido en uno de los principales puntos de atracción de nuestras colecciones.
Museo de Cerámica
HACIA UN NUEVO MUSEO DE CERÁMICA
Desde su inauguración en 1994, el Museo de Cerámica de l’Alcora ha ido trazando una trayectoria firme en la que se han combinado el crecimiento de los fondos museográficos y la consolidación de una programación cada vez más intensa, variada y participativa. Así, en estos años se han reunido unas colecciones muy destacadas que continúan creciendo y que sitúan a nuestro Museo en primera línea entre los museos españoles de cerámica.
Por otra parte, la actividad expositiva, didáctica y promocional del Museo ha crecido también de manera exponencial, ya sea consolidando iniciativas anteriores, ya sea ofertando nuevas propuestas dinamizadoras en torno al mundo de la cerámica artística y artesanal. Como se describe en este folleto, rutas y visitas guiadas, actividades didácticas, el Concurso Internacional de Cerámica o la Feria de Cerámica “Artalcora” son algunos de los proyectos que el Museo de l’Alcora lleva a cabo con gran aceptación pública.
Las colecciones y las actividades dispondrán en breve de unas nuevas instalaciones que permitirán gestionar y exponer los fondos en condiciones óptimas, y atender a los usuarios del Museo de manera apropiada.
El nuevo Museo constará de un cuerpo de nueva planta adosado al edificio preexistente y comunicado con él, y un tercer espacio trasero en el que se ubicarán parte de los almacenes del Museo. El proyecto es obra de los arquitectos Rafael Culla Bayarri e Ignacio Carbó del Moral y se ha regido por las premisas de funcionalidad, integración en el entorno urbano y respeto a los edificios de interés patrimonial colindantes, como la casona del antiguo Museo (de 1907) y la iglesia de la Sangre (siglo XVII).
El futuro Museo de Cerámica de l’Alcora destinará más de 800 m2 a salas de exposición en grandes espacios diáfanos intercomunicados que ocuparán las plantas 1 y 2. Además, contará también con un amplio espacio para recepción e información turística (85 m2), despachos, sala de reuniones, almacén y dependencias para el departamento de didáctica, con 200 m2, que incluirá taller de cerámica, horno y aula de proyecciones, especialmente diseñadas para atender a los numerosos grupos escolares que prácticamente todos los días lectivos del curso participan en las actividades didácticas desde 2003-2004.
Las nuevas instalaciones suponen un acicate para el Museo. Mejorará la atención a los visitantes, las condiciones expositivas y de almacenamiento de los fondos museográficos, las tareas internas del Museo, la infraestructura para actividades didácticas… En resumen, el nuevo Museo de Cerámica de l’Alcora dispondrá de unos modernos espacios acordes con las necesidades de un servicio público del siglo XXI, porque un museo es, ante todo, un servicio público dedicado a una parte determinada del patrimonio cultural de una sociedad.
Inmejorables perspectivas a corto plazo para un Museo que a lo largo de los años ha sabido generar una trepidante e intensa labor en pro del conocimiento, conservación y divulgación de la cerámica.
Ermita de San Salvador
Iglesia parroquial del Señorío de Alcalatén (s. XIII), construida en mamposteria y piedras angulares, tiene la fachada en el lado de la epístola, con portada románica y un pórtico adosado con arcos nivales. Cubierta con bóveda de cañón.
Fue reconstruida en 1969, presidiendo los actos de reapertura la heredera del Señorío, Excma. Sra. Dña. Cayetana Fritz Stuart y Silva, Duquesa de Alba.
A los pies una reja del s. XVII originaria de la Ermita de Loreto, derruida hacia 1955. Se trata de una Ermita santuario fortificada o “templo de reconquista” (románico-tardío).
[singlepic id=108 w=320 h=240 float=]
Fortaleza medieval, situada sobre caliza rocosa a 370 m. de altitud. s. X-XIII, planta triangular dispersa, 150 m. cuadrados recinto principal y rodeado por un camino de ronda, con aljibe y despoblado. Entrada por mediodía, con dos torres circulares y cubos, poseyendo muralla almenada tipo “barbacana”. Jaime I otorgó el castillo y el título de barón al caballero aragonés Ximén d’Urrea, en 1233, tras la conquista de la plaza de Borriana. En la actualidad se ha redactado un plan de protección especial para la zona contemplando íntegramente aspectos patrimoniales y de medio ambiente, iniciándose su rehabilitación por parte de la Consellería de Cultura. |
Castillo de l’Alcalatén
[singlepic id=109 w=320 h=240 float=]
Fortaleza medieval, situada sobre caliza rocosa a 370 m. de altitud. s. X-XIII, planta triangular dispersa, 150 m. cuadrados recinto principal y rodeado por un camino de ronda, con aljibe y despoblado. Entrada por mediodía, con dos torres circulares y cubos, poseyendo muralla almenada tipo “barbacana”. Jaime I otorgó el castillo y el título de barón al caballero aragonés Ximén d’Urrea, en 1233, tras la conquista de la plaza de Borriana. En la actualidad se ha redactado un plan de protección especial para la zona contemplando íntegramente aspectos patrimoniales y de medio ambiente, iniciándose su rehabilitación por parte de la Consellería de Cultura. |
Ermita del Calvario
Camino del Calvario
[singlepic id=113 w=320 h=240 float=]
Foco espiritual alcorino y centro de veneración de una milagrosa imagen en talla del s. XVII, atribuida por M. Benlliure a la escuela sevillana de Montañés. Decoración interior con rocallas s. XVIII y capiteles estilo compuesto. Se restauró en 1975. En la remodelación se formó una girola tras el antiguo camarín. Lienzos de José Cotanda (1974) y de Vicente Cotanda (1980). Pinturas de Ferrer en el ábside y pechinas con “Los Evangelistas”. Al exterior puede verse la estructura del crucero, ábside y cúpula central (octogonal, con ventanas y sin linterna) y tejería vidriada en azul. Fachada mixtilínea con mural de azulejos representando la crucifixión, obra de J. Cotanda y V. Gallén (1974).
Ermita del Calvario
Situado cronológicamente en el s. XVI o XVII, siendo anterior al Ermitorio, construido en 1698. La ermita se reformó en 1774, ampliando y cerrando el recinto, agregándose las estaciones de los Dolores. En 1811 fue saqueado por los franceses y en 1936 sufrió graves desperfectos, desapareciendo las valiosas “Creus”, en cerámica del Conde de Aranda, salvo cuatro, obras del pintor Ferrer de una sola pieza de notables dimensiones. En 1975 se remodeló el conjunto. Contiene quince estaciones, reproducción de modelos antiguos y siete capillitas con los Dolores de la Virgen y siete con los Dolores y Gozos del patriarca S. José, todo ello obra de José Cotanda Aguilella.
Poblado de Montmirà
EL POBLADO IBÉRICO DE MONTMIRÀ. 18 AÑOS DE ARQUEOLOGÍA EN L’ALCORA.
[singlepic id=110 w=320 h=240 float=]
En agosto 1990 un pequeño equipo de estudiantes y licenciados en Arqueología, bajo la dirección del abajo firmante, llevamos a cabo la primera campaña de excavación arqueológica en el término municipal de l’Alcora, concretamente en el poblado ibérico de Montmirá. De aquella primera intervención, continuada en los sucesivos años, se cumplió en el año 2000 el décimo aniversario; una década que ha permitido comenzar a conocer la evolución cronológica, urbanística y material de uno de los principales asentamientos de la Cultura Ibérica en la provincia de Castellón. El yacimiento de Montmirá se encuentra situado en una zona de transición entre los dos elementos definitorios de la orografía provincial: la plana litoral y el interior montañoso. Ocupa uno de las últimas estribaciones del macizo del Penyagolosa, que con una altitud máxima de 1814 m. es el segundo punto más elevado del País Valenciano, tras el fronterizo Cerro Calderón, en el Rincón de Ademuz. Este imponente macizo es drenado principalmente por tres corrientes de agua tributarias del rio Mijares: el rio Monlleó por el norte, el rio Villahermosa por el sur y el oeste, y el río Llucena (más abajo denominado río de l’Alcora) por el este. Precisamente en un montículo del margen izquierdo de este último, aguas abajo del pantano de l’Alcora, se encuentra el yacimiento de Montmirá, con una cota máxima de 352 m. sobre el nivel del mar, del cual dista en la actualidad 23 km en línea recta. Orográficamente esta montaña presenta unas excelentes condiciones para su ocupación humana a lo largo de la historia. Se trata de un cerro de cima amesetada, en forma de quilla de barco invertida, completamente rodeado por escarpadas laderas, y junto a un curso de agua de relativa importancia en la antigüedad, como demuestran los numerosos yacimientos localizados en sus orillas. El yacimiento ocupa toda la superficie de la cima del montículo, con unas dimensiones axiales máximas de 250 y 40 m aproximadamente. La existencia de restos arqueológicos en Montmirá es conocida desde poco después de la Guerra de 1936-39. Pero no será hasta 1990 cuando se inicia el proyecto arqueológico actualmente en marcha, con los objetivos de conocer el estado real de conservación del yacimiento y aportar datos para el conocimiento de la Cultura Ibérica en las comarcas de Castellón. Transcurrida la primera década desde el inicio de la intervención podemos concluir que los resultados obtenidos han respondido sobradamente a las expectativas iniciales. Los más de 210 m2 excavados han permitido documentar parte del sistema defensivo del asentamiento (la muralla) y diversos recintos pertenecientes a la trama urbanística del poblado (habitaciones y viviendas).
Se ha podido detectar igualmente la existencia de actividad textil y metalúrgica y se ha recuperado abundante material arqueológico de cuyo estudio se puede concluir que Montmirá estuvo ocupado entre los siglos VII y II antes de Cristo. Pero sin duda los dos elementos más sugestivos de cuantos se han recuperado en estos años son dos ofrendas rituales situadas por debajo de los suelos de los recintos en que fueron localizados. El primero de ellos es un enterramiento infantil hallado en 1990 junto a la muralla, perteneciente a un neonato de entre 2 y 4 semanas de vida, que interpretamos como un sacrificio fundacional relacionado con el inicio de la ocupación del poblado o con una ampliación o reforma en el mismo, tal como se documenta en otros yacimientos similares. La segunda ofrenda fue localizada en 1998 y consiste en una gran vasija cerámica globular, colocada en el fondo de una habitación, bajo el suelo, de cuyo interior se recuperó un gran fragmento de hierro de forma imprecisable y un hueso de ovicáprido ligeramente manipulado. Los paralelos de este tipo de depósitos en la Cultura Ibérica nos remiten a una ofrenda que bien pudiera estar relacionada con la construcción de este recinto, o bien con un cambio de función del mismo. Los primeros diez años de historia de la investigación en Montmirá han contado con la aportación económica de la Dirección General de Patrimonio Artístico de la Consellería de Cultura, Educación y Ciencia, que autoriza, supervisa y subvenciona este tipo de investigaciones, la aportación material del Ayuntamiento de 1′Alcora, que coopera mediante la cesión de los equipos topográfico y fotográfico necesarios, y la aportación humana de un nutrido grupo de aficionados y voluntarios locales, que junto a algunos estudiantes y licenciados en Arqueología por distintas universidades (Jaume I de Castelló, Valencia, Autónoma y Complutense de Madrid, Autónoma de Barcelona) han colaborado en los trabajos de campo y laboratorio. Al proyecto de investigación de Montmirá cabe añadir las excavaciones de urgencia llevadas a cabo en 1994 en los yacimientos de la Ferrissa y el Testar del Carapito, y el proyecto de rehabilitación del castillo de l’Alcalatén, iniciado en 1999, con los que se completa el resumen de la actividad arqueológica en el término de l’Alcora durante la pasada década.
Eladi Grangel Nebot
Director de las excavaciones de Montmirá
Termas romanas
Ana Oller Jiménez
Eladi Grangel Nebot
[singlepic id=111 w=320 h=240 float=]
Arqueólogos
Como consecuencia de las obras de construcción del nuevo vial entre l’Alcora y Sant Joan de Moró, y en cumplimiento de las directrices que marca la Ley del Patrimonio Cultural Valenciano, entre 2003 y 2004 se llevaron a cabo una serie de labores arqueológicas (estudios previos, prospecciones, sondeos, excavaciones en área…) cuyo resultado más destacado fue la localización de un complejo termal de época romana en la partida de Santa. A la vista del desarrollo de la excavación y de la importancia de los restos inmuebles hallados, las partes implicadas (Ayuntamiento de l’Alcora como propietario de los terrenos; Diputación Provincial en calidad de promotora de la obra; y Consellería de Cultura como organismo titular de las competencias en materia de patrimonio histórico y arqueológico) decidieron modificar puntualmente el trazado de la nueva carretera para salvaguardar y poner en valor las estructuras aparecidas.
Las gestiones en este sentido han sido razonablemente rápidas y, así, tras la inauguración del vial en mayo de 2006, ese mismo año la Consellería de Cultura y el Ayuntamiento de l’Alcora llegaron a un acuerdo para la cofinanciación de las obras de consolidación y restauración de las Termas Romanas de Santa, tarea que se ha llevado a cabo en 2 fases (2007 y 2009).